jueves, 22 de marzo de 2012

Practico 2: loopea y hace tu objeto sonoro


Pierre Schaeffer:

Mi composición vacila entre dos partidos: secuencias dramáticas y secuencias musicales. La secuencia dramática compromete a la imaginación. Se asiste a acontecimientos: salida, parada. Se ve. La locomotora se desplaza, la vía está desierta o atravesada. La máquina sufre, sopla… antropomorfismo. Todo eso es lo contrario de la música. No obstante, he conseguido aislar un ritmo, y a oponerlo a sí mismo en un color sonoro diferente. […] Ese ritmo puede muy bien permanecer largo tiempo sin cambio. Se crea así una especie de identidad y su repetición hace olvidar que se trata de un tren.
¿Tenemos ahí una secuencia que podemos calificar de musical? Si extraigo un elemento sonoro cualquiera y lo repito sin ocuparme de su forma, pero haciendo variar su materia, anulo prácticamente esa forma, pierde su significación: sólo su variación de materia emerge, y con ella el fenómeno musical.
Todo fenómeno sonoro puede pues ser tomado (como las palabras de un lenguaje) por su significación relativa o por su sustancia propia. En tanto que predomine la significación, y que se juegue sobre ella, hay literatura y no música. ¿Pero cómo es posible olvidar la significación, aislarla en sí del fenómeno sonoro?
Dos operaciones son previas:
Distinguir un elemento (escucharlo en sí, por su textura, su materia, su color).
Repetirlo. Repetid dos veces el mismo fragmento sonoro: no hay ya acontecimiento; hay música.



 

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